martes, 9 de marzo de 2010

LA TARDE


Celajes agónicos matizantes
visten las nubes lejanas
en las siluetas taciturnas
se divisan dos amantes.

Agoniza suave el día
con ella lo hace la tarde
con pasión intensa que arde
y el mar con el sol que brilla.

En la arena, junto a la orilla
los amantes se dan un beso,
extasiados con embeleso
y un pelicano chilla

Agiten sus alas gaviotas
inicien sus trayectos vuelos
un triangulo hagan en el cielo
y surquen el mar devotas.

Es la tarde que incita
A contemplar la caída del sol,
de una vista exquisita
bañada de rayos crisol

Las olas con su vaivén,
hacen su ruido sonoro.
La tarde vestida de oro,
muere con su desdén.
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